Cómo vivir con alguien cuyas ideas de limpieza son diferentes a las tuyas sin matarse por platos sucios

21.02.2025 15:00

¿Te asfixias con calcetines desparramados y platos sin lavar, mientras tu vecino o pareja lee tranquilamente un libro en el centro de este caos?

Se trata del límite invisible, el «límite del desorden», que es diferente para cada persona.

Es por eso que la gente ordenada se vuelve loca cuando ve polvo en los estantes, y los desaliñados sinceramente no entienden por qué no pueden dejar la limpieza hasta mañana.

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Foto: © Belnovosti

Pero hay una manera de convertir la guerra por la limpieza en una tregua, y no comienza con una escoba, sino con una conversación honesta.

Imagínate: estás lavando nuevamente la taza de otra persona y en tu cabeza estás pensando: “¿Se está burlando de mí a propósito?”.

Lo más probable es que no. Es solo que tu umbral para el desorden es como un botón de pánico que suena pronto.

Los psicólogos aconsejan olvidarse de las acusaciones y empezar con la pregunta: “¿Has notado que el espejo todavía está sucio?” De esta manera le das a la otra persona la oportunidad de explicar su posición sin ponerse a la defensiva.

El secreto es hablar de sentimientos (“Me preocupa la pila de platos”) en lugar de críticas (“¡Nunca lavas los platos!”).

Aquí es donde entra en juego la magia de “dividir zonas de influencia”. De acuerdo: que la sala de estar se mantenga esterilizada y limpia, pero que se permita el caos creativo en su escritorio.

Haz una lista de cosas inaceptables (¡las migas en la cama están tabú!) y áreas de compromiso (los calcetines debajo del sofá están bien, pero solo hasta la noche).

Lo principal es distribuir responsabilidades para que nadie se sienta Cenicienta. Si odias trapear pisos pero te encanta planchar, dale tu trapeador a alguien a quien no le importe el linóleo brillante.

Ahora, lo más importante: deja de pensar en ti mismo como una víctima. Sí, deja marcas en el suelo recién lavado, pero prepara una pasta alucinante o arregla un grifo roto a las dos de la mañana.

La convivencia no es sólo una batalla por la pureza, sino también por miles de pequeñas cosas que la hacen valiosa.

Después de todo, no te enamoraste de sus habilidades para limpiar el polvo, ¿verdad?

Cuando sientas que tu paciencia se está agotando, recuerda cómo te hace reír con chistes o te apoya en un día difícil.

A veces, una taza de café sin terminar es un pequeño precio a pagar para que alguien te abrace por la noche y te diga: “Qué bueno que existas”.

Elena Shimanovskaya Autor: Elena Shimanovskaya Editor de recursos de Internet.


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