¿Alguna vez has notado que en una cafetería los huevos se pelan en un segundo, pero en casa la cáscara parece crecer junto con la clara?
La respuesta no está en la habilidad del chef, sino en una pizca de lo que ya tienes en tu cocina.
Los huevos frescos son las principales “plagas” de la limpieza suave: su proteína se adhiere fuertemente a la cáscara.
Pero si agrega bicarbonato de sodio normal al agua hirviendo (½ cucharadita por cada 3-4 huevos), el ambiente alcalino debilitará el vínculo entre la cáscara y la proteína.
El resultado es una limpieza en un solo movimiento, incluso si los huevos son frescos de la gallina.
La soda no afecta el sabor, pero hace que la clara sea elástica y la yema aterciopelada.
Ya no es necesario cortar los huevos con un cuchillo ni triturarlos en trozos para hacer una ensalada.
Incluso los huevos "más viejos", que suelen ser más difíciles de pelar, se desprenderán de la cáscara como por arte de magia.
Este método no es un truco culinario, sino física y química en acción.
Pruébalo una vez y tus desayunos, ensaladas y sándwiches parecerán preparados por un profesional. ¿Y la concha? Ella permanecerá en el pasado como basura innecesaria.