Hay muchas razones por las que la pudrición apical puede afectar los cultivos.
Como regla general, la enfermedad ataca los lechos de tomates como resultado de un exceso o falta de fertilizantes nitrogenados y potásicos.
A veces, la pudrición apical se produce debido a un suelo muy salino, lo que suele ocurrir en suelos arenosos que rara vez se riegan.
Puede ser provocada por cambios constantes de clima, a veces calurosos, a veces fríos.
Prepárate también para afrontar la enfermedad cara a cara si el suelo no se seca o, por el contrario, casi no hay riego.
La enfermedad se puede reconocer por la aparición de una mancha gris o marrón en la punta del fruto.
Pero a veces no hay signos externos, y sólo te darás cuenta de que el tomate está afectado por la pudrición apical cuando lo abres y ves que está dañado por dentro.
Los tomates afectados por la pudrición apical no se pueden comer, por lo que se deben tomar medidas inmediatamente para eliminarla.
Primero, deshazte de los tomates afectados.
Para proteger los restantes, aplicar alimentación foliar.
Este fertilizante nutre los tomates y previene la propagación de la enfermedad.