Por qué tu hijo no te escucha: razones ocultas que no conoces

11.03.2025 16:27

Los padres a menudo están convencidos de que la desobediencia de los hijos es un capricho o un intento de manipulación.

Pero a veces los adultos no se dan cuenta de cómo sus propias acciones convierten a un niño obediente en un “rebelde”. Esto es lo que realmente podría estar detrás de la resistencia de un niño.

A veces los adultos exigen lo imposible a los niños. Se obliga al niño a seguir un horario que no le deja tiempo para jugar, o bien se espera que el pequeño de tres años se comporte como un adulto: que se quede quieto, que no se ría a carcajadas, que no toque objetos “prohibidos”.

El cansancio y la incomprensión se acumulan y el niño se niega a cumplir incluso peticiones sencillas.

Otro problema es el doble rasero. Hoy mamá explica que mentir es malo y mañana pide decir por teléfono que no está en casa. Papá me prohíbe comer patatas fritas, pero él mismo las compra regularmente.

Chica
Foto: © Belnovosti

Tales contradicciones son confusas. El niño deja de comprender qué reglas debe creer y la autoridad paterna se desvanece gradualmente.

A veces los adultos convierten la vida de los niños en una serie continua de “prohibiciones”. No puedes saltar en charcos, cantar fuerte o tomar juguetes sin preguntar.

Las prohibiciones que ignoran las necesidades naturales de movimiento e independencia conducen tarde o temprano a una explosión.

El niño comienza a romper las reglas no por despecho, sino para demostrar que su voz también importa.

Paradójicamente, la permisividad también es perjudicial. Si a un niño se le permite hacer cualquier cosa, no aprende a tener en cuenta los intereses de los demás.

¿Por qué debía obedecer de repente a los cinco años, si antes nunca le habían dicho “no”? La falta de límites crea la ilusión de que las reglas son algo frívolo y pueden ignorarse.

¿Cómo encontrar el equilibrio? Ofrecer opciones cuando sea apropiado. Dejemos que un niño de tres años decida por sí mismo qué camiseta ponerse para ir a la guardería, y un escolar qué sándwich llevar.

Pero no le impongan algo que no pueda manejar: las rutinas diarias y las cuestiones de seguridad deben seguir siendo responsabilidad de los adultos.

El comportamiento de un niño es a menudo un espejo de las acciones de los adultos. Antes de exigir obediencia, vale la pena preguntarse: ¿se ha convertido usted mismo en causa de resistencia?

Elena Shimanovskaya Autor: Elena Shimanovskaya Editor de recursos de Internet.

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