Las tortillas son aburridas desde hace mucho tiempo: se pegan a la sartén, se vuelven goma o se deshacen ante nuestros ojos.
¿Pero qué pasaría si existiera un plato que se cocinara más rápido y tuviera sabor a nube? Su secreto es la crema agria común y corriente.
Batir 3 huevos con 100 g de crema agria hasta que estén espumosos, añadir una pizca de sal y una cucharada de almidón.

Verter la mezcla en una sartén caliente con aceite y freír durante 2 minutos bajo la tapa.
Dale la vuelta y en un minuto tendrás un pan plano que se derrite en la boca como un suflé.
¿Por qué funciona esto? La crema agria contiene grasas y ácidos que retardan la coagulación de las proteínas. Los huevos no tienen tiempo de endurecerse, permaneciendo aireados. El almidón retiene la humedad, evitando desgarros y agujeros.
Este pan plano no necesita relleno, pero si quieres experimentar, añade queso rallado y hierbas a la masa antes de freír.
O bien, unte el pan plano terminado con mantequilla y miel para obtener un postre digno de un brunch dominical.
Otro truco es hornear la mezcla en el horno. Engrasar moldes de cerámica con mantequilla, llenarlos hasta 2/3 de su capacidad con la masa y colocar en el horno precalentado a 200°C durante 12 minutos.
Los bordes se dorarán, pero el centro permanecerá cremoso, como un suflé de restaurante. Sirva con salmón, aguacate o salsa de bayas: el plato cambiará de carácter dependiendo de los añadidos.
Las tortillas son cosa del siglo pasado. Este pan plano es una metamorfosis culinaria que demuestra que incluso los ingredientes familiares pueden sorprender.
La próxima vez que saques los huevos, recuerda que no están hechos para desayunos aburridos, sino para pequeñas obras maestras culinarias.