¿Todas las mañanas limpias los charcos del alféizar de la ventana y ya está floreciendo moho en las paredes? No te apresures a cambiar las ventanas
Muchas veces el problema no está en ellas, sino en... las flores.
Sí, sí, tus ficus y geranios favoritos liberan humedad que se deposita en el cristal. Aleja las macetas de las ventanas y la condensación se reducirá a la mitad.

Otro secreto: coloca una vela en un vaso en el alféizar de la ventana y enciéndela por la noche. La llama calentará el aire y la humedad dejará de acumularse.
Pero si no quieres jugar con fuego, compra gel de sílice (esas bolitas que vienen en las cajas de zapatos), viértelo en un calcetín y ponlo en la esquina de la ventana: absorberá el agua durante la noche.
Revise también la campana extractora de la cocina: una ventilación obstruida es la principal causa de humedad. Abre la puerta del baño después de la ducha y enciende el ventilador durante media hora.
Y un último consejo: en invierno, no coloques mesas ni armarios cerca de los radiadores: esto perturba la circulación del calor.
Mueve los muebles 10 cm y las ventanas dejarán de “llorar”. Por cierto, en los pueblos solían colgar bolsas de sal en los marcos: pruébelo, funciona mejor que los costosos absorbentes de humedad.