¿Alguna vez has envidiado a aquellos cuyo baño parece una página del catálogo de un hotel de lujo, mientras que el tuyo se asemeja a una escena de una película de terror?
El secreto no está en el presupuesto invertido en el diseño, sino en los trucos que los profesionales callan.
Imagínate: en lugar de una reforma que cueste un millón de dólares, coges una lata de pintura, una escalera vieja y un par de candelabros... y en un fin de semana tu baño se convertirá en un lugar donde podrás escapar de la realidad.
Los diseñadores admiten que para crear la ilusión de lujo, a veces es necesario romper todas las reglas.
Por ejemplo, pintar el techo de negro para ocultar los defectos.
O reemplace el espejo enmarcado con un panel con efecto niebla que enmascare el desorden.
Una de las técnicas más atrevidas es utilizar baldosas de suelo en las paredes, creando un contraste de texturas con ellas.
Arina, una residente de Kirov, convirtió un pequeño baño en un auténtico objeto de arte.
Para ello, tuvo que pegar a la pared trozos de mosaico de espejo comprados en una ferretería.
La luz de las velas ahora baila por las paredes como un hotel boutique.
Lo principal es no tener miedo a los experimentos: un viejo lavabo de cobre en lugar de un fregadero, cortinas de lino engrasado en lugar de paneles de plástico, estantes hechos de paletas cubiertas de cera.
Y sí, tira esas toallas con ciervos: su lugar está en el museo del kitsch de la abuela.