Parece que lo estás haciendo todo bien: regando, desmalezando, fertilizando.
Pero la cosecha vuelve a ser decepcionante y las plantas parecen marchitas. ¿Cuál es el truco?
Es posible que estés cometiendo errores comunes de los que ni siquiera te das cuenta.

Por ejemplo, regar demasiado. Mucha gente está segura de que cuanto más agua, mejor, pero las raíces de las plantas se asfixian sin acceso al oxígeno y el exceso de humedad provoca hongos.
Comprueba la tierra con el dedo: si está húmeda a una profundidad de 2-3 cm, aparta la regadera.
Otro problema común es plantar cultivos demasiado cerca unos de otros.
Los tomates, pepinos y pimientos compiten por la luz y los nutrientes, y las condiciones de hacinamiento crean condiciones ideales para las enfermedades.
¿Sabías que aflojar la tierra después de la lluvia puede ser perjudicial?
El suelo húmedo se vuelve aún más compacto si lo excavas con una azada. Es mejor esperar hasta que el suelo se seque un poco.
¿O que fertilizar con estiércol fresco quema las raíces? Es necesario compostarlo durante al menos un año.
¿Qué tal podar los arbustos en pleno verano?
Las heridas abiertas en las ramas atraen plagas, por lo que es necesario podar las plantas a principios de la primavera o en otoño.
Y no te apresures a tirar las hojas caídas: serán un excelente mantillo si las cortas y las esparces debajo de los arbustos.
¿Parece algo pequeño? Pero son ellos los que determinan si su jardín prosperará o apenas sobrevivirá.