¿Qué convierte los brotes frágiles en arbustos poderosos que se rompen bajo el peso de la fruta?
No es magia, sino tres pasos que los jardineros experimentados guardan en silencio.
El primer secreto es despertar las semillas. Remojar en una solución de ácido succínico (0,5 g por vaso de agua) durante un día ablanda la cáscara, acelerando la germinación en un 30%.

El calor potencia el efecto: coloca el recipiente con las semillas cerca de un radiador o sobre un armario.
Existe un truco especial para el pimiento: cortar con cuidado la punta de la semilla con unas tijeras reduce el tiempo de germinación en 3 o 4 días.
El suelo es la base del éxito. Una mezcla de turba desoxidada, vermicompost, arena de río y fibra de coco crea un entorno ideal para las raíces.
La adición de Baikal M1 (1 tapa por cada 10 litros de suelo) mata los patógenos y satura el suelo con bacterias beneficiosas.
El resultado son plántulas con tallos gruesos y hojas de colores intensos.
El final es la protección contra los enemigos, incluso si son invisibles a primera vista. Media hora en la farmacia la clorhexidina destruye el 98% de las infecciones en las semillas.
Después de dicho tratamiento, las plántulas evitan la pata negra y otras enfermedades y comienzan a crecer sin interferencias.
Estos métodos no requieren medios costosos ni habilidades especiales por parte del jardinero.
La sencillez es su principal activo. No tengas miedo, pruébalo y, con el tiempo, tus parterres explotarán con la cosecha con la que siempre has soñado.