De repente tu perro le gruñó a tu vecino que siempre sonríe. O se ponía cautelosa al ver a un extraño, aunque éste ni siquiera se le acercara.
Piensas, "¿Quizás estaba equivocada?" Pero después de un tiempo te das cuenta de que esa persona realmente resultó ser vil.
¿Cómo reconocen los perros a las personas malas? No es magia, sino una combinación compleja de instintos e hipersensibilidad.

Los perros leen el lenguaje corporal mejor que cualquier psicólogo. Observan micromovimientos: movimientos nerviosos de los labios, gesticulación demasiado rápida, marcha rígida.
Si una persona está tensa internamente, sus músculos se contraen involuntariamente y su respiración se vuelve superficial. Para un perro, esto es una señal: “Tiene miedo o está enojado”. “Eso significa que es peligroso”.
También prestan atención a la dirección de su mirada. Una mirada cercana, a los ojos, se percibe como una amenaza.
Si un extraño evita el contacto visual, esto también es sospechoso: así se comportan los ladrones o agresores.
Pero la herramienta principal es el sentido del olfato. Los perros pueden oler la adrenalina y el cortisol, las hormonas del estrés y la agresión.
Cuando una persona está planeando algo malo, su cuerpo libera estas sustancias a través del sudor y la respiración. La mascota puede sentirlos incluso a varios metros de distancia.
Curiosamente, la reacción depende de la experiencia: los perros que han experimentado crueldad tienen más probabilidades de mostrar agresión hacia las personas “malas”. Aquellos que crecieron en el amor pueden simplemente hacerse a un lado o comenzar a ladrar.
También hay un aspecto social. Los perros leen tus emociones. Si te tensas internamente cuando ves a una persona, tu mascota lo notará por un cambio en la postura, los latidos del corazón e incluso el olor.
Él decidirá que necesita protegerte y entrará en modo alarma.
Algunos perros son capaces de recordar escenarios “malos”. Por ejemplo, si un día un ladrón entra en su casa, su perro puede reaccionar con cautela ante personas que visten ropa similar o hablan de manera similar.
Pero no todo es tan claro. A veces los perros cometen errores: confunden los gestos bruscos o las risas fuertes con una amenaza. Es importante enseñarles a distinguir entre el peligro real y las situaciones cotidianas.
Sin embargo, si su mascota obstinadamente no confía en alguien, mírelo más de cerca. Su nariz y sus instintos han evolucionado a lo largo de milenios para proteger a la manada. Y rara vez mienten.