¿Estás seguro de que a tu gato le gusta que le acaricies? Si de repente te muerde la mano, es posible que estés violando sus límites personales.
Por ejemplo, acariciar tu barriga puede parecerte un gesto lindo, pero para tu gato es una invasión a tu santuario interior.
En la naturaleza, el vientre es la zona más vulnerable y tocarlo provoca pánico.

Incluso si un gato se da la vuelta, dejando al descubierto su barriga mullida, esto no es una invitación, sino una señal de confianza. Sólo podrás tocarlo si la propia mascota coloca tu mano sobre su estómago.
La segunda zona prohibida es la cola. Contiene muchas terminaciones nerviosas, y hasta el más leve toque puede resultar doloroso.
Imagínate que alguien te hace cosquillas en el talón: así se siente un gato cuando le acarician la cola.
La tercera zona son las patas. Las almohadillas de las patas son extremadamente sensibles: los gatos las utilizan para cazar y evaluar superficies. Si tu mascota no te permite tocar sus patas, no insistas: es como meterse en la boca de una persona.
¿Cómo planchar correctamente? Comience por el área detrás de las orejas y debajo del mentón, donde se encuentran las glándulas que los gatos usan para marcar. Tu tacto les ayudará a “reforzar” tu aroma como seguro.
Muévete suavemente desde la cabeza hasta la cola, simulando un lamido. Si un gato ronronea pero mueve la cola, es una señal de que debe detenerse.
Nunca cepille su cabello en sentido contrario al del crecimiento del mismo: es desagradable, como si le cepillaran el cabello con un cepillo afilado.
Un caso especial son los gatos mayores. A menudo sufren dolores en las articulaciones e incluso una ligera caricia en la espalda puede provocar molestias.
Si tu mascota se vuelve agresiva al ser tocada, llévala al veterinario. Quizás tenga artritis o alguna lesión que usted desconoce.