Cualquiera que haya vivido con un gato al menos una vez ha encontrado un charco en sus zapatos o zapatillas. Muchos están seguros de que la mascota está tomando venganza por el castigo.
Pero los científicos y psicólogos animales se están apresurando a desacreditar este mito.
Los gatos no son capaces de vengarse. Sus cerebros no procesan conceptos abstractos como la justicia o el daño intencional. Sin embargo, su comportamiento se explica por instintos y reacciones al estrés.

Cuando un gato muerde, araña o ignora la caja de arena, no se trata de un acto planificado de represalia.
La mayoría de las veces hablamos de agresión redirigida. Cuando una mascota experimenta incomodidad, como un ruido fuerte o un conflicto con otro animal, se acumula tensión.
Luego lo salpica sobre el primer objeto que encuentra, ya sean las zapatillas del dueño o la esquina del sofá. Todo sucede impulsivamente, sin mala intención.
La historia con la bandeja es más complicada. Los gatos son extremadamente meticulosos cuando se trata de la higiene. Si su mascota de repente comienza a pasar de largo frente al inodoro, la razón puede ser una arena inadecuada, una bandeja estrecha o su mala ubicación.
Una habitación ruidosa, olores fuertes o suciedad también pueden causar estrés. En un entorno tranquilo, el gato tolera la incomodidad, pero el más mínimo shock (por ejemplo, un grito o un castigo) lo priva de la fuerza para afrontar la incomodidad.
A veces las “sorpresas” en los zapatos son una forma de expresar ansiedad. El olor humano que absorben las zapatillas es asociado por el gato con una fuente de estrés.
Al marcarlos, la mascota intenta tapar el olor “peligroso” con el suyo para calmarse. Cuanto más a menudo regaña el dueño al animal, más ansioso se pone y más persistentemente deja marcas.
La solución es sencilla: en lugar de castigar, hay que reconsiderar las condiciones de vida del gato.
Una caja de arena limpia con la arena adecuada, un lugar tranquilo para descansar y respeto por los límites personales de tu mascota harán maravillas.
Las relaciones de confianza reducen los niveles de estrés y tus pantuflas se mantienen secas.