Imagínese que cada trazo de lápiz o trozo de plastilina en las manos de un niño es el comienzo de un largo viaje.
La creatividad no requiere talento innato, pero sí un enfoque cuidadoso.
Aquí te contamos cómo ayudar a tu hijo a liberar su potencial interior, incluso si parece que "no está interesado".

Rodéate de inspiración, no de reglas
En lugar de lecciones, aventuras. Un paseo por el parque puede convertirse en una búsqueda de formas inusuales para una futura manualidad, y un viaje a un museo puede convertirse en una búsqueda para encontrar la “pintura más atrevida”.
Deja que tu hijo elija lo que le interesa: quizá después de la actuación quiera representar su propia historia con juguetes.
Lo importante no es explicar “cómo se hace correctamente”, sino compartir emociones: “¿Por qué crees que el artista utilizó esos colores?”
Sé un aliado, no un juez
Las obras infantiles son un diálogo con el mundo, no el resultado de una exposición. Si su hijo dibuja un sol verde, pregúntele: “¿Qué pasará si sus rayos cambian de color?”
La crítica, incluso la más delicada (“El árbol puede ser más alto”), crea miedo a equivocarse.
Es mejor proponer experimentos: mezclar pinturas en una hoja de papel, hacer figuras abstractas con masa, construir torres con almohadas. El objetivo es demostrar que el proceso es más valioso que el ideal.
Crea rituales que quieras repetir
La creatividad se convertirá en un hábito si la incorporas a tu rutina diaria. No es necesario reservar dos horas: 20 minutos antes de la cena serán suficientes.
Actividades alternativas: Lunes: inventar historias sobre "qué pasaría si las nubes fueran sólidas", miércoles: crear disfraces con camisetas viejas, viernes: experimentos culinarios con formas de galletas.
Lo principal es no convertirlo en una obligación. Dejemos que el niño decida por sí mismo cuándo cambiar de afición: hoy es escultor, mañana, inventor de robots.
A veces, la mejor manera de mantener viva una chispa es simplemente dejarla arder.
Confía en las decisiones de tu hijo y un día te sorprenderás de cómo algo asombroso nace de intentos dispersos.