Estás agotado de intentar hacerlo todo: limpiar, cocinar, ayudar con las tareas...
Pero el niño sigue lloriqueando, es caprichoso y no aprecia tus esfuerzos.
¿Pero qué pasa si la “mamá perfecta” es un mito y el verdadero secreto del éxito radica en… la pereza?

No en la indiferencia, sino en la sabia capacidad de dar un paso atrás y permitir que los niños aprendan a vivir por sí mismos.
Las madres “perezosas” no hacen las tareas escolares por sus hijos, no se apresuran a consolarlos por cada pequeña cosa y no planifican cada uno de sus pasos. Y son sus hijos quienes crecen independientes, decididos y creativos.
El primer principio de la crianza “perezosa” es no resolver los problemas del niño. Si olvidó su uniforme deportivo, no lo lleve a la escuela. Que se enfrente a las consecuencias: que se presente ante el profesor, que se siente en el banquillo.
Sólo un par de situaciones como esta y comenzará a preparar su mochila él mismo.
El segundo principio es permitir el aburrimiento. No veas dibujos animados mientras esperas en una fila o en el transporte público. Déjalo dibujar en una servilleta, contar coches, inventar una historia. Es en momentos como estos que nace la creatividad.
El tercer principio es no tener miedo a los errores de la infancia. ¿Se rompió un plato? Deja que él mismo barra los escombros. ¿Perdiste tu juguete? No le compres uno nuevo: déjale ahorrar su dinero de bolsillo. A través de estas situaciones el niño aprende responsabilidad.
Las madres “perezosas” ahorran su energía, pero la gastan en lo más importante: la confianza. No gritan: «¡Te lo dije!», sino que preguntan: «¿Qué entiendes de esto? "¿Cómo lo harás la próxima vez?"
Por supuesto, la “pereza” es relativa aquí. Esto no es inacción, sino una estrategia que enseña a los niños a no depender de su ayuda.
Intente no recordarle las tareas durante una semana, no recoger cosas dispersas y no interferir en las peleas de los niños.
Te sorprenderá lo rápido que tu hijo comenzará a mostrar iniciativa. Y finalmente comprenderás que la educación puede ser una alegría, no una carga.