"¡Deja que haga lo que quiera, siempre y cuando no grite!" -Esta frase se puede escuchar en cualquier tienda, parque o cafetería.
Los padres, cansados de la lucha, ceden y permiten que sus hijos coman dulces en el desayuno o vean dibujos animados hasta altas horas de la noche.
Pero después de un par de años, se encuentran con un monstruo que grita si le niegan un juguete nuevo y golpea a su madre cuando apaga la tableta.

El secreto es que los niños no necesitan permisividad, sino límites claros. Son como las paredes de una habitación: crean una sensación de seguridad.
Si un niño está acostumbrado a que las reglas se pueden romper mediante la histeria, las pondrá a prueba una y otra vez, perdiendo la confianza en los adultos.
Pruebe el método "Elección sin elección": en lugar de "¡Ponte el sombrero!" Di "¿Quieres usar el sombrero azul o el rojo?"
El niño se siente en control y usted consigue lo que quiere. Y si la histeria ya ha comenzado, utilice la “regla de los tres minutos”: siéntese en silencio a su lado, sin entrar en negociaciones.
La mayoría de los escándalos desaparecen cuando no hay espectadores.