Imagínate: llegas tarde al jardín de infantes y, de repente, tu hijo se sienta en el suelo en medio de la calle y grita como una sirena.
Los transeúntes te miran con desaprobación, te sonrojas de vergüenza y estás dispuesto a hacer cualquier cosa para evitarlo. ¿Te suena familiar?
Entonces recuerda la técnica que reiniciará el cerebro de tu bebé más rápido de lo que puedes decir "¡Cálmate!".

Es muy sencillo: dirige tu atención hacia algo inesperado. No a la persuasión ni a la amenaza, sino al absurdo. Por ejemplo, decir: “¡Oh, mira, hay una ardilla corriendo en pantalones!” o "¿Escuchaste ese gruñido del auto?"
Los niños menores de 5 años “saltan” fácilmente de una emoción a otra, y una frase divertida puede detener instantáneamente las lágrimas. Si eso no funciona, empieza a susurrar.
Sí, exactamente susurra algo como: “Y sé dónde está escondido el dulce secreto…” El bebé tendrá que callarse para escucharte y entonces habrá olvidado por qué estaba gritando. Lo principal es mantener la calma.
Tu pánico sólo añade leña al fuego.