Estás en la tienda con una sonrisa en tu rostro mientras tu hijo de tres años le entrega el dinero al empleado y susurra un memorizado "gracias".
Parece el momento perfecto de orgullo paternal.
Y 15 años después, tu hijo adolescente te lanza un “gracias” por encima del hombro sin siquiera mirarte a los ojos. ¿Paradoja? No. Simplemente confundiste cortesía con automatismo.

Algunas frases que consideramos correctas paralizan la psique del niño. Y sí, “gracias” es una de ellas.
Dale las gracias al tio
Conviertes la gratitud en un ritual, privándola de significado. El niño no siente gratitud: sigue la orden.
En lugar de eso, pregúntale después: “¿Te gustó el juguete que recibiste?” ¿Cómo demostrarás esto? Déjalo que encuentre su camino por sí solo: con una sonrisa, un abrazo, un dibujo.
Disculpe inmediatamente
El “lo siento” forzado enseña hipocresía. El niño culpable se enoja, la “víctima” se siente falsa.
Pruébalo de otra manera: “Molestaste a Sasha. ¿Cómo podemos solucionar esto? Quizás él te ofrezca darte su auto o ayudarte a construir un castillo. Éste es el verdadero arrepentimiento.
Eres el más inteligente
Esto parece ser apoyo. De hecho, es una actitud hacia el perfeccionismo. Después del fracaso, el niño decidirá: “No soy el más inteligente, lo que significa que no soy nadie”. Mejor: "¡Veo que te esforzaste mucho!" Concéntrese en el esfuerzo, no en el resultado.
Los niños no copian palabras, sino la sinceridad. Reemplace las plantillas con emociones reales.