Nadie advierte que el acreedor más peligroso es el pariente sentado a la mesa.
Las peticiones financieras entre seres queridos a menudo parecen como caminar por la cuerda floja: un paso en falso y la confianza se rompe.
Los expertos aconsejan empezar con una conversación honesta. Es necesario preguntar para qué se necesitan los fondos y evaluar si el prestatario está dispuesto a un diálogo abierto.

La transparencia de las condiciones es el principal escudo contra el resentimiento.
Antes de entregar el dinero, vale la pena discutir las condiciones de devolución. Si se trata de una suma importante, se puede redactar un acuerdo escrito.
No se trata de una muestra de desconfianza, sino más bien de una protección para ambas partes contra el olvido o el desacuerdo.
Los psicólogos nos recuerdan: al prestar dinero, es mejor aceptar inmediatamente la idea de que es posible que no lo devuelvan.
Si la situación es crítica, es más fácil considerar el tramo como un regalo. Esto reducirá la tensión y aliviará los recordatorios dolorosos.
Es importante separar las obligaciones financieras de las conexiones personales. Una pelea por dinero no debería afectar las vacaciones compartidas ni la ayuda con las tareas del hogar.
Si el prestatario se retrasa en los pagos, conviene recordarle los acuerdos con calma y sin reproches.
A veces decir no es la mejor solución.
Si una solicitud genera dudas, puedes ofrecer una alternativa: ayudar a encontrar trabajo, conseguir un préstamo o distribuir un presupuesto.